Meditar es en principio “concentrar”.
Entonces si nos concentramos en algo estamos meditando?
No necesariamente. La concentración en un objeto, pensamiento o idea es el primer paso para la meditación.
Pero, la meditación es ir mucho más allá del pensamiento, yendo de la mente personal hacia la mente universal, del pensamiento hacia la sabiduría, de la inarmonía a la armonía, de la infelicidad a la felicidad.
El estado de meditación no es un producto instantáneo, hasta nos puede llevar años si la práctica es discontinuada.
El profundo estado de meditación −de Gracia Plena- se logra con entrenamiento y práctica constante.
Meditar es alinear nuestros cuerpos (físico-emocional-psíquico) a la Conciencia Cósmica Universal.
El sendero para elevarme y unirme a esa Conciencia Universal es la mente.
Cuanto más calma esté la mente, más allanado estará el sendero.
Pero al comienzo, cuando nos sentamos a meditar la mente se “enloquece”.
Surgen muchos pensamientos, y viajamos de una idea en otra, los sonidos interrumpen, y cualquier excusa es buena para perder la concentración interna.
Además, pareciera que el cuerpo no quiere quedarse quieto, y como si todo esto fuera poco, duele!.
Duelen las piernas, la espalda, el cuello...
Así en los comienzos, cuando nos levantamos luego de intentar meditar, pareciera que no hemos logrado nada, y que nada ha pasado.
Pero no es así.
Son los primeros pasos para el entrenamiento del cuerpo y de la mente.
Por medio de la práctica constante, la capacidad para mantener fija la mente, aumenta.
Luego de algún tiempo, podemos mantener fija la mente en nuestro objeto de meditación y así llegaremos a un profundo estado de meditación convirtiéndonos en una unidad con la inconmensurable Fuente de Toda la Existencia.
“La meditación −aquella ciencia cuyo objetivo es la realización de Dios- es la más práctica de todas las ciencias del mundo. (...)
El propósito fundamental de la meditación es tomar conciencia de Dios y de la eterna identidad del alma con El.”
Paramahansa Yogananda
Meditaciones Metafísicas